«En el trimestre entre diciembre de 2020 y febrero de 2021 nacieron un 20% menos de niños respecto al mismo periodo del año anterior. Esta bajada corresponde justamente al confinamiento, nueve meses antes. Es razonable sospechar que la incertidumbre de la situación sanitaria y laboral, así como el cierre de unidades y centros de fertilidad a principios del estado de alarma, hayan dejado huella en la fertilidad«.

“Constatamos un descenso progresivo del recuento espermático en los últimos cuarenta años, de un 1% de espermatozoides menos cada año. Algunos investigadores declaran que en los lugares más contaminados el recuento podría llegar a cero en algunas décadas”, afirma Agustín García Peiró, director científico del Centro de Infertilidad Masculina y Análisis de Barcelona (CIMAB), una spin-off de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)».

El papel masculino

«Otra frontera tecnológica se refiere al papel masculino en la reproducción. “En la mitad de los casos ese es el factor que limita el embarazo o el éxito de la reproducción asistida”, observa García Peiró. Tras investigar la fragmentación del ADN espermático, este doctor fundó el CIMAB, que ofrece test de diagnóstico para la fragmentación y un sistema de selección espermática, entre otros servicios».

«Este aspecto también podría verse agravado por el covid, ya que, según estudios preliminares, la infección produce un aumento de los niveles serológicos de la Hormona Luteinizante (LH) que podría afectar a la producción de espermatozoides. Las roturas del ADN espermático generan bloqueos de embriones a los pocos días, fallos de implantación e incluso abortos. Las técnicas de selección permiten usar en reproducción asistidas aquellos espermatozoides que no presentan esas roturas».

«La mejora de la selección espermática es una de las grandes esperanzas tecnológicas de cara al futuro, coinciden los ponentes. Otra consiste en superar la biopsia de embriones, reemplazándola con estudios menos agresivos sobre el ADN que el embrión suelta en su medio de cultivo, explica Guillén. Mataró destaca el misterio que aún rodea la implantación del embrión en el endometrio, que la ciencia debería despejar. “Lo más importante es la prevención de la esterilidad: intentar que las mujeres tengan niños en edades jóvenes, o congelen sus óvulos”, concluye Martínez».

Fuente original: El Periódico

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